Uno de los dos acusados de asesinar al colectivero de la empresa «La Perlita», hecho ocurrido en el B° de La Blanquita, dijo tener síntomas de coronavirus con el fin de evitar ir a prisión, aunque luego de 14 días de aislamiento y dos test se determinó que está sano y fue alojado en una comisaría, informaron este viernes fuentes judiciales.
Se trata de Jonathan Acosta (43), quien dio negativo en un segundo test de Covid-19 y ahora se encuentra alojado en la seccional primera de Merlo, a la espera de que la Justicia resuelva su situación procesal en la causa por el crimen del chofer Federico Rivero, cometido el 16 de junio último.
Acosta se entregó a la policía dos días después, el 18 de junio, oportunidad en la que manifestó tener síntomas de coronavirus.
Tras ser reconocido por la viuda del colectivero en fotos, el acusado, apodado «El Jarra» o «El Chiquito», fue imputado en la causa por el fiscal 2 de Morón, Fernando Capello, aunque por la sintomatología que decía padecer fue trasladado al hospital Eva Perón, de ese distrito.
Los voceros detallaron que allí fue sometido a un primer hisopado que dio negativo, aunque por prevención se ordenó mantenerlo aislado en una habitación de ese centro asistencial 14 días, a la espera de un segundo test.
Finalmente el 2 de este mes, en una nueva evaluación, se descartó que tuviera Covid-19 y fue alojado en la comisaría, junto al otro detenido por el caso, Sergio Ariel Armoa.
Tras ello, Acosta fue indagado por el fiscal Capello, aunque se negó a declarar por consejo de su defensor oficial.
Los investigadores esperan para los próximos días tener resultados de pericias y demás actuaciones dispuestas en el marco del expediente para resolver la situación procesal de ambos detenidos.
La viuda del colectivero, Andrea Caballero, dijo a Télam que espera «Justicia» para que su marido «pueda descansar en paz«.
«Yo fui a la fiscalía y realicé el reconocimiento de los detenidos por fotos. Los pude reconocer a ellos y pude reconocer las pertenencias robadas que se encontraron en los allanamientos», contó la mujer sobre las diligencias para las que fue convocada.
Caballero recordó que al momento de los allanamientos Armoa tenía su riñonera y el arma que se cree fue empleada en el homicidio, mientras que a Acosta le secuestraron el teléfono de ella, que había dejado en la casa de su abuela.
«Al celular llegamos porque lo rastreamos por GPS y estaba a la vuelta de mi casa. No pueden decirme que es inocente«, manifestó al referirse a la estrategia de la defensa de Acosta para tratar de demostrar que no participó del hecho y que estaba trabajando en ese momento.
«Eso es todo mentira porque él mató a mi marido cuando lo reconoció del barrio», aseguró.