“Merlo Tenis Club” es una de las tantas instituciones que ha podido volver a la actividad con los protocolos aprobados por la Asociación Argentina de Tenis. Este club de Merlo tiene tres canchas de polvo de ladrillo y, de a poco, retoma con las clases y los alquileres.
Tras más de 5 meses sin poder abrir, los clubes de tenis del AMBA fueron habilitados a retomar la actividad. El cierre obligado por la cuarentena afectó por demás a estas instituciones que vieron reducidos sus ingresos a cero pero que siguieron teniendo gastos fijos. Los entrenamientos y alquileres de cancha volvieron con estrictos protocolos para evitar la propagación del virus.
“La gente se echa alcohol en gel apenas entra y se cambia el calzado. Hay media hora de distancia entre turno y turno para desinfectar las canchas”, contó Julio, encargado del Merlo Tenis Club. Esta institución adoptó las medidas impuestas por la AAT y el Ministerio de Salud para la vuelta a las canchas. Incluso Julio ha comprado vasos descartables para asistir a los tenistas ya que el buffet no ha sido habilitado.
El horario para la actividad es reducido hasta las 18 horas. Muchos asistentes debieron cambiar sus turnos habituales de la noche por la mañana y el mediodía. Julio destaca que el hecho de que muchos estén trabajando desde sus hogares ayuda a poder encontrar un hueco para reservar una cancha en el horario matutino.
“Hubo personas que antes no venían y se han sumado al tenis. La gente necesita salir, correr y descargarse”, relató Julio. El freno de la actividad no afectó solo a los deportistas sino también a las instituciones. Los ingresos de Merlo Tenis Club, así como otros clubes, se vieron reducidos pero los gastos fijos continuaron. “Pude pagar la luz cuatro meses pero en julio ya no y me llegó una deuda con Edenor. Acordé un plan de pagos en 4 cuotas para saldarla ahora que retomó la actividad”.
La mujer de Julio, que es docente, lo ayudó con partes de los gastos fijos del club. Él ahora es encargado y profesor de esta institución fundada en 1963 en Merlo. Julio comenzó a trabajar como canchero en el lugar hace 35 años. “Aprendí estando de afuera y escuchando a otros profesores. También me sumaba a los grupos de veteranos que se acercaban al club y después me lo fui tomando más serio”, afirmó quien también aprobó el curso de entrenador.
De a poco el sonido de las raquetas impactando las pelotitas y las medias naranjas manchadas de polvo de ladrillo vuelven a Merlo. La gente adoptó de buena manera la vuelta con protocolos y, a pesar de no poder usar el parque del lugar, se acercan para retomar la actividad. “Por suerte no perdimos alumnos y todos vienen y se cuidan”, cerró Julio.
Fuente: Viví El Oeste